Queridos amigos;
quiero que sepan que este "parón" en la temporada solo responde a dos motivos:
-un breve descanso para mí y para ustedes
-un momento de reflexión para continuar la temporada
La encuesta realizada continúa siendo válida pero les vuelvo a animar a lo que ya les dije:
ESTE ES EL MOMENTO PARA QUE PROPONGAN POSIBLES HILOS ARGUMENTALES DEL RESTO DE LA TEMPORADA.
Quiero saber hacia dónde esperan que vaya esta historia, qué les gusta más, qué les gusta menos, qué echan en falta en la página, qué quieren ver... para así poder ajustar aún más "Las aventuras de Óscar" a las necesidades de su público.
Viendo que han pasado dos semanas sin capitulo nuevo y solo hemos recibido dos comentarios me estoy planteando que realmente la historia haya perdido todo su interés así que, como opción, también barajo que si es lo que ustedes desean, la serie acabe aquí, donde está, si es que no quieren saber nada nuevo.
El lunes que viene (9 de junio) llegaré el siguiente capítulo (a menos que me digan que no quieren más). Hasta entonces ME ENCANTARÍA saber sus opiniones acerca de TODO.
Un saludo y gracias por seguir ahí (aunque callados).
¿Y a esto cómo se juega?
Cada LUNES el blog se actualizará con una entrada que expondrá la situación actual de Óscar y se dará a elegir a los lectores entre tres opciones que representarán su futuro inmediato: dos de estas opciones vendrán preestablecidas por la dirección del blog (ego sum) y la tercera quedará abierta para que sea el público quien la sugiera. De vosotros depende que Óscar se convierta en un triunfador en la vida o en un mendigo harapiento, por mencionar solo dos de las infinitas posibilidades. Adelante.
lunes, 2 de junio de 2008
martes, 20 de mayo de 2008
Interludio
Respiramos un momento y continuamos con Las Aventuras de Óscar. Solo se trata de un paroncito, no se me preocupen. Es muy probable que solo dure hasta el próximo lunes. Pero era indispensable parar para descansar, mirar hacia atrás y descubrir que hemos llegado a la mitad de la primera temporada (casi la mitad) en un abrir y cerrar de ojos. Y es un buen momento para hacer otra encuesta. Pero esta vez a mano alzada, esto es: en los comentarios en lugar de en la esquina superior derecha de la pagina como es habitual. ¿Por qué? Porque me interesa vuestra opinión de manera más amplia que otras veces. La pregunta es sencilla....
Quiero que sugiráis posibles líneas argumentales de esta historia. Para que os sintáis, si cabe, más co-guionistas que nunca. Adelante, ¿Os atrevéis?
Quiero que sugiráis posibles líneas argumentales de esta historia. Para que os sintáis, si cabe, más co-guionistas que nunca. Adelante, ¿Os atrevéis?
lunes, 12 de mayo de 2008
1x10. Duelo de Reyes
Tras pensarlo un instante descartó el escondite que habían elegido para él. Era demasiado arriesgado dada la presencia de los dos guardas de seguridad parloteando justo debajo de la estantería elegida. Machina le instó con la cara a buscarse otro sitio. Pensó en la tienda de campaña, con Covadonga, pero para llegar allí debía de cruzar varios pasillos que le expondrían demasiado. Retrocedió un poco tratando de recordar el emplazamiento del escondite de Raphael. Los nervios no le permitían concentrarse. Se giró y entonces vio clara la solución: los probadores.
Se abstuvo de correr por si alguna cámara de vigilancia notaba su extraño comportamiento. Si no recordaba mal, la entrada a los probadores estaba en otro de los ángulos muertos de la videovigilancia. Entró en uno de los probadores, cerró y se sentó en el suelo a esperar que cerrasen y se fuesen los guardas.
Pasaron quince minutos y todas las luces se apagaron salvo las de emergencia. Se hizo el silencio.
Según el plan original había que esperar aún quince minutos más para asegurarse de que hubiera terminado la ronda del último guarda. Óscar se puso la careta de Elvis para estar preparado. Esperó pacientemente y salió. Tenía que encontrarse con el resto en el enorme pasillo de la sección de "Jardín", justo al lado del escondite de Covadonga y Raven.
Anduvo entre pasillos y pasillos del lugar vacío hasta llegar al resto de sus amigos. Allí estaban todos, con sus caretas ed Elvis, dándose la mano, muy emocionados.
-¡Lo hemos logrado!- dijo Óscar levantando la mano en el aire.
Sacó su sombrero estilo Indy y se lo colocó sobre el tupé del rey del rock. Todos estaban felices. Raven había traído unas latas de cerveza de su sección correspondiente y brindaban con ellas antes de comenzar el trabajo. De pronto sucedió algo que pareció detener el tiempo.
Un disparo voló el sombrero de Óscar que voló hasta el suelo con una mancha enorme de pintura que había incluso agujereado parte de la tela del sombrero.
-¿Pero qué...?- dijo Óscar al tiempo que una pelota de tenis escupida a una velocidad de vértigo impactaba contra la lata que Raphael sostenía en la mano haciéndola caer y lastimándole los dedos.
Todos se volvieron a mirar. Eran seis personas con máscaras de Michael Jackson. El que estaba en el centro, más alto que el resto, portaba un cañón de bolas de pintura de un calibre exagerado. A su lado , otro, había sacado un lanzador de pelotas de tenis de su sección correspondiente y estaba apuntando directamente a nuestros héroes. Los otros llevaban un arco con su carcaj, un bate de beisbol y unas boleadoras. El último montaba sobre un cortacesped de último modelo y llevaba en las manos otro cañón de pintura de igual envergadura.
-¡Corred!- gritó Raphael segundos antes de que una bola de pintura impactara de lleno contra su frente haciéndolo caer de inmediato. Los otros corrieron auxiliarlo en mitad del comienzo de una lluvia de meteoritos amarillos y rojos. Raphael se levantó tambaleándose y dijo:
-Señores, hay que actuar rápido. Necesitamos un plan.
-Sí-respondió Óscar-, pero primero hay que ponerse a cubierto. Raven, ¿a dónde?
-Pues... se me ocurren dos opciones cercanas... el almacén, que es un laberinto de cajas y palés de pedidos, o la zona de deportes donde, igual, podemos armarnos con al menos la misma tecnología que la de ellos.
-Bien, dijo Óscar, haremos lo siguiente:
Tú decides:
OPCIÓN A: Ir al almacén.
OPCIÓN B: Ir a la Zona de Deportes.
OPCIÓN C: Hacerles cara tal cual, allí mismo.
OPCIÓN D: Otra. Cualquier otra cosa que se les ocurra, anótenla en los comentarios de esta entrada.
Se abstuvo de correr por si alguna cámara de vigilancia notaba su extraño comportamiento. Si no recordaba mal, la entrada a los probadores estaba en otro de los ángulos muertos de la videovigilancia. Entró en uno de los probadores, cerró y se sentó en el suelo a esperar que cerrasen y se fuesen los guardas.
Pasaron quince minutos y todas las luces se apagaron salvo las de emergencia. Se hizo el silencio.
Según el plan original había que esperar aún quince minutos más para asegurarse de que hubiera terminado la ronda del último guarda. Óscar se puso la careta de Elvis para estar preparado. Esperó pacientemente y salió. Tenía que encontrarse con el resto en el enorme pasillo de la sección de "Jardín", justo al lado del escondite de Covadonga y Raven.
Anduvo entre pasillos y pasillos del lugar vacío hasta llegar al resto de sus amigos. Allí estaban todos, con sus caretas ed Elvis, dándose la mano, muy emocionados.
-¡Lo hemos logrado!- dijo Óscar levantando la mano en el aire.
Sacó su sombrero estilo Indy y se lo colocó sobre el tupé del rey del rock. Todos estaban felices. Raven había traído unas latas de cerveza de su sección correspondiente y brindaban con ellas antes de comenzar el trabajo. De pronto sucedió algo que pareció detener el tiempo.
Un disparo voló el sombrero de Óscar que voló hasta el suelo con una mancha enorme de pintura que había incluso agujereado parte de la tela del sombrero.
-¿Pero qué...?- dijo Óscar al tiempo que una pelota de tenis escupida a una velocidad de vértigo impactaba contra la lata que Raphael sostenía en la mano haciéndola caer y lastimándole los dedos.
Todos se volvieron a mirar. Eran seis personas con máscaras de Michael Jackson. El que estaba en el centro, más alto que el resto, portaba un cañón de bolas de pintura de un calibre exagerado. A su lado , otro, había sacado un lanzador de pelotas de tenis de su sección correspondiente y estaba apuntando directamente a nuestros héroes. Los otros llevaban un arco con su carcaj, un bate de beisbol y unas boleadoras. El último montaba sobre un cortacesped de último modelo y llevaba en las manos otro cañón de pintura de igual envergadura.
-¡Corred!- gritó Raphael segundos antes de que una bola de pintura impactara de lleno contra su frente haciéndolo caer de inmediato. Los otros corrieron auxiliarlo en mitad del comienzo de una lluvia de meteoritos amarillos y rojos. Raphael se levantó tambaleándose y dijo:
-Señores, hay que actuar rápido. Necesitamos un plan.
-Sí-respondió Óscar-, pero primero hay que ponerse a cubierto. Raven, ¿a dónde?
-Pues... se me ocurren dos opciones cercanas... el almacén, que es un laberinto de cajas y palés de pedidos, o la zona de deportes donde, igual, podemos armarnos con al menos la misma tecnología que la de ellos.
-Bien, dijo Óscar, haremos lo siguiente:
Tú decides:
OPCIÓN A: Ir al almacén.
OPCIÓN B: Ir a la Zona de Deportes.
OPCIÓN C: Hacerles cara tal cual, allí mismo.
OPCIÓN D: Otra. Cualquier otra cosa que se les ocurra, anótenla en los comentarios de esta entrada.
lunes, 5 de mayo de 2008
1x09. El cliente siempre lleva la razón
Eran las cinco de la tarde. Eran las cinco en todos los relojes. La Orden Magenta y Óscar habían pasado todo el día planeando todos los detalles de lo que habían bautizado como la "Operación Cliente VIP". La cosa parecía sencilla. Machina, que estaba cursando bachillerato de arte, había realizado una maqueta con tubos de cartón del papel higiénico y tapones de dentríficos. Una maqueta "exacta" del Centro Comercial Vaya Sur, uno de los más grandes de la comunidad autónoma. Raphael, al que se le daba muy bien el dibujo, había hecho planos detallados de todos los lugares importantes para la operación. Covadonga se encargó de tomar fotografías de dichos lugares de manera discreta así como de dejar "olvidada" una mochila en las taquillas del supermercado que sería el objetivo. Raven había sido el encargado de comprar la lista que habían confeccionado en la tienda de su amigo. La compra consistió, por consenso en:
-5 caretas de Elvis, de plástico, made in taiwan, no muy buenas pero económicas y para evitar las cámaras vendrían muy bien.
-1 cuerda de unos tres metros de largo, bastante resistente.
-1 linterna de buena calidad con sus respectivas pilas.
La compra solo supuso 65 euros de los 70 que tenían entre los tres. Con el dinero sobrante se compró kalimotxo para entrar en calor antes de empezar con el plan. Para Óscar era la primera vez que tomaba alcohol, pero lo tomó de buen grado y se dedicó a contar chistes de informáticos (vaya usted a saber de dónde los había sacado) durante una larga hora.
El plan parecía bastante sencillo. Entrar en el centro comercial, ir hasta el supermercado que sería victima del hurto y, a determinada hora, esconderse para quedarse dentro al cerrarse las puertas. Las cosas necesarias para dar el golpe estaban en la mochila que Covadonga había dejado en la taquilla, salvo las caretas de Elvis, que, por razones prácticas, serían llevadas por cada uno de ellos ocultas en los pantalones.
-Señores, ya conocéis el plan- dijo Raphael en la puerta-. Ahora solo queda que salga tan bien como lo hemos planeado. A las nueve menos diez tenemos que estar todos escondidos, así que no os retraséis ni un minuto o la cosa no funcionará del todo bien.
-¿Estamos listos?- dijo Covadonga emocionada.
-Sí- dijeron todos.
Y así fue que entraron y se mezclaron entre los clientes como si en su vida hubieran roto un plato.
Óscar, un tanto nervioso pero contento de tener amigos aventureros que se preocupaban por él, se pasó la tarde entre las sección de libros y la de tecnología. De hecho, en una de las pasadas vio ALGO que le gustó tanto que pensó que quizá cuando estuvieran dentro ya podía llevárselo para él.
Se acercaba la hora. Todos estaban cerca de sus puestos. Covadonga entró en una tienda de campaña de exposición que estaba en la sección de deportes y aire libre junto con Raven. Machina retiró unas cajas de detergente de una estantería, se tumbó detrás y las volvió a colocar.
Ése era también el escondite de Óscar (tanto la tienda como la estantería estaban situados en puntos ciegos de las cámaras de seguridad según comprobó Covadonga con sus fotos), así que se apresuró a acercarse al lugar con Machina. Mientras tanto, Raphael debía estar ya oculto dentro de una hormigonera en su sección correspondiente.
-Señores clientes, el centro cerrará sus puertas en 3 minutos. Gracias pro su visita.
Era la señal. La megafonía anunciaba el cierre de puertas. Había que esconderse ya o lo pillarían los guardias en la última ronda. Se acercó al escondite elegido pero ¡sorpresa! un guardia estaba hablando con otro de un viaje que había hecho a Disneylandia con sus hijos justo debajo del lugar donde debía ocultarse Óscar. Raven asomó la cabeza un poco para hacerle un gesto, pero ya se había dado cuenta. Se quedó un instante quieto, había que reaccionar YA.
Tú decides:
OPCIÓN A: Tratar de esconderse donde pensaba.
OPCIÓN B: Tratar de llegar a tiempo al escondite de Covadoga y Raven.
OPCIÓN C: Tratar de llegar a tiempo al escondite de Raphael.
OPCIÓN D: Otra. Cualquier otra cosa que se les ocurra, anótenla en los comentarios de esta entrada.
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EL DEBATE SOBRE EL FUTURO DE ÓSCAR ESTÁ ABIERTO. DEJEN SU OPINIÓN EN LOS COMMENTS Y QUE SEA LO QUE DIOS QUIERA. EN LA ESQUINA SUPERIOR DERECHA DE LA PANTALLA PRINCIPAL DE ESTE BLOG PUEDEN VOTAR LAS OPCIONES. (LA TERCERA OPCIÓN APARECERÁ CUANDO SE DECIDA CUAL ES DE ENTRE VUESTROS COMENTARIOS.)
-5 caretas de Elvis, de plástico, made in taiwan, no muy buenas pero económicas y para evitar las cámaras vendrían muy bien.
-1 cuerda de unos tres metros de largo, bastante resistente.
-1 linterna de buena calidad con sus respectivas pilas.
La compra solo supuso 65 euros de los 70 que tenían entre los tres. Con el dinero sobrante se compró kalimotxo para entrar en calor antes de empezar con el plan. Para Óscar era la primera vez que tomaba alcohol, pero lo tomó de buen grado y se dedicó a contar chistes de informáticos (vaya usted a saber de dónde los había sacado) durante una larga hora.
El plan parecía bastante sencillo. Entrar en el centro comercial, ir hasta el supermercado que sería victima del hurto y, a determinada hora, esconderse para quedarse dentro al cerrarse las puertas. Las cosas necesarias para dar el golpe estaban en la mochila que Covadonga había dejado en la taquilla, salvo las caretas de Elvis, que, por razones prácticas, serían llevadas por cada uno de ellos ocultas en los pantalones.
-Señores, ya conocéis el plan- dijo Raphael en la puerta-. Ahora solo queda que salga tan bien como lo hemos planeado. A las nueve menos diez tenemos que estar todos escondidos, así que no os retraséis ni un minuto o la cosa no funcionará del todo bien.
-¿Estamos listos?- dijo Covadonga emocionada.
-Sí- dijeron todos.
Y así fue que entraron y se mezclaron entre los clientes como si en su vida hubieran roto un plato.
Óscar, un tanto nervioso pero contento de tener amigos aventureros que se preocupaban por él, se pasó la tarde entre las sección de libros y la de tecnología. De hecho, en una de las pasadas vio ALGO que le gustó tanto que pensó que quizá cuando estuvieran dentro ya podía llevárselo para él.
Se acercaba la hora. Todos estaban cerca de sus puestos. Covadonga entró en una tienda de campaña de exposición que estaba en la sección de deportes y aire libre junto con Raven. Machina retiró unas cajas de detergente de una estantería, se tumbó detrás y las volvió a colocar.
Ése era también el escondite de Óscar (tanto la tienda como la estantería estaban situados en puntos ciegos de las cámaras de seguridad según comprobó Covadonga con sus fotos), así que se apresuró a acercarse al lugar con Machina. Mientras tanto, Raphael debía estar ya oculto dentro de una hormigonera en su sección correspondiente.
-Señores clientes, el centro cerrará sus puertas en 3 minutos. Gracias pro su visita.
Era la señal. La megafonía anunciaba el cierre de puertas. Había que esconderse ya o lo pillarían los guardias en la última ronda. Se acercó al escondite elegido pero ¡sorpresa! un guardia estaba hablando con otro de un viaje que había hecho a Disneylandia con sus hijos justo debajo del lugar donde debía ocultarse Óscar. Raven asomó la cabeza un poco para hacerle un gesto, pero ya se había dado cuenta. Se quedó un instante quieto, había que reaccionar YA.
Tú decides:
OPCIÓN A: Tratar de esconderse donde pensaba.
OPCIÓN B: Tratar de llegar a tiempo al escondite de Covadoga y Raven.
OPCIÓN C: Tratar de llegar a tiempo al escondite de Raphael.
OPCIÓN D: Otra. Cualquier otra cosa que se les ocurra, anótenla en los comentarios de esta entrada.
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lunes, 28 de abril de 2008
1x08. La lista de la compra
-¿Fuiste tú la que me quitó la ropa?- preguntó Óscar tímidamente.
-Sí- dijo Covadonga guiñándole un ojo-, y no me arrepiento en ab-so-lu-to, cowboy.
En ese momento sonó el timbre de la puerta.
-Tenemos visita. Espérame, voy a abrir- dijo levantándose.
Óscar se quedó en la cama, aún confuso y adolorido. Contempló las tres iniciales (S. V. C.) de la pulsera encontrada en el pozo y se reclinó mirando al techo y suspirando. Abajo se oían las voces de los tipos de las alcantarillas, cada vez más cerca. Bueno, pensó, habrá que hacerle caso a ella, no querían hacerme daño de verdad, era todo un juego.
La puerta de la habitación se abrió. Primero entró Raphael, algo cortado, con la mirada baja y las manos en los bolsillos. Le saludó con la mano sin saber muy bien qué decir. Después pasó Raven, algo más relajado, sonriendo, le dijo "buenos días" con total tranquilidad.
Se oyó un forcejeo fuera y a Covadonga diciendo "venga, te he dicho que pases". Machina entró acto seguido, completamente azorado, mirando a Óscar de lado. Toda la Orden Magenta se encontraba a los pies de su cama.
-Óscar, ya sabrás- comenzó a decir Raphael- que todo ha sido una confusión.
-Sí, Raphael, no te preocupes.
-Lo del pozo era un juego, no habríamos permitido- dijo Raven.
-Lo sé, lo sé- cortó Óscar sonriendo-. Machina, discúlpame tú, anda. Pensé que era cuestión de vida o muerte y me cegué.
Machina lo miró sorprendidísimo.
-No... nada... discúlpame tú a mí. Pensábamos que sabías cómo era el juego...
-Sí, perdona, tío- dijo Raphael-, te di un buen golpe, pero pensé que te cargabas a Machina.
-No pasa nada, de verdad.
Covadonga entró con refrescos para todos y una pastilla para el dolor para Óscar.
-Muy bien, ahora que todos somos amigos- dijo-, ¿qué os parece si pensamos en algún plan para ayudar al cowboy?
-He estado pensando en eso- dijo Raven sacando un papel del bolsillo de su chaqueta negra-, a ver, a mí se me ocurren varias cosas.
Todos le prestaron atención. Él desplegó el papel y comenzó a leer.
-Según yo lo veo existen varias opciones. Ya hemos descartado la de entregarse a las autoridades, así que, insisto, según lo veo yo, las opciones son:
1) que Óscar regrese a casa. Solo lleva consigo la ropa rasgada, quemada y sucia que llevaba en las alcantarillas. Podíamos colarnos en mitad de la noche evitando ser vistos por nadie y llevarnos toda la ropa que podamos, así como el resto de cosas que te gustaría conservar. Y dinero, si puedes sacar algo de pasta mejor que mejor.
Óscar asintió, maravillado de saber que realmente habían estado pensando en cómo ayudarlo. Raven continuó:
-2) Si ves que lo de regresar a casa es demasiado arriesgado podemos tratar de conseguir lo que necesitas de otras maneras. Necesitas ropa, eso está claro y pasta. Una vez solucionemos eso nos preocuparemos de buscarte un sitio donde esconderte. Los padres de Covadonga llegarán algún día y no puedes esconderte aquí eternamente. Por tanto propongo como segunda opción colarnos en el centro comercial por la madrugada. He traído un planito que he hecho yo mismo y una lista de las cosas que podemos comprar en la tienda de abajo de mi casa, que al ser de un amigo, no pondrá pegas de ningún tipo ni hará preguntas.
-Muy bien, Raven- respondió Óscar encantado.
-Sí, raven, muy bien- dijo Raphael dándole una palmadita en el hombro-, ¿algo más?
-No, de momento es lo que se me ha ocurrido, pero probablemente haya mil maneras de hacerlo. Si queréis os leo la lista de cosas que podemos comprar en la tienda para llevar a cabo la misión, sea la que sea.
-Claro, dijo Covadonga-, adelante.
La lista de objetos que dio Raven es ésta:
. CUERDA--------------------------------------------20 €
. PACK 5 PASAMONTAÑAS--------------------------40 €
. LINTERNAS ----------------------------------------20 € (unidad)
. CARETA DE ELVIS --------------------------------- 5 € (unidad)
. SPRAY DEFENSA ---------------------------------- 50 €
. GRANADA DE HUMO------------------------------- 80 €
. BOTES DE SPRAY DE COLORES-------------------- 10 € (unidad)
. WALKIES ------------------------------------------- 20 € (unidad)
-¿Cuánto dinero tenemos?- preguntó Óscar.
Miraron cuánto tenían entre todos. Covadonga tenía menos que nadie (sin contar a Óscar, claro) puesto que era su hermano el que administraba el dinero el tiempo que estaban sus padres fuera así que tenía que contar con su asignación semanal. En total tenían 70 euros entre todos.
-Bueno- dijo Machina- ¿Cual es el plan?
Tú decides:
OPCIÓN A: Ir a casa con nocturnidad y sigilo a por ropa y dinero.
OPCIÓN B: Colarse en el centro comercial a por ropa y dinero.
OPCIÓN C: Otra. Cualquier otra cosa que se les ocurra, anótenla en los comentarios de esta entrada.
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EL DEBATE SOBRE EL FUTURO DE ÓSCAR ESTÁ ABIERTO. DEJEN SU OPINIÓN EN LOS COMMENTS Y QUE SEA LO QUE DIOS QUIERA. EN LA ESQUINA SUPERIOR DERECHA DE LA PANTALLA PRINCIPAL DE ESTE BLOG PUEDEN VOTAR LAS OPCIONES. (LA TERCERA OPCIÓN APARECERÁ CUANDO SE DECIDA CUAL ES DE ENTRE VUESTROS COMENTARIOS.)
-Sí- dijo Covadonga guiñándole un ojo-, y no me arrepiento en ab-so-lu-to, cowboy.
En ese momento sonó el timbre de la puerta.
-Tenemos visita. Espérame, voy a abrir- dijo levantándose.
Óscar se quedó en la cama, aún confuso y adolorido. Contempló las tres iniciales (S. V. C.) de la pulsera encontrada en el pozo y se reclinó mirando al techo y suspirando. Abajo se oían las voces de los tipos de las alcantarillas, cada vez más cerca. Bueno, pensó, habrá que hacerle caso a ella, no querían hacerme daño de verdad, era todo un juego.
La puerta de la habitación se abrió. Primero entró Raphael, algo cortado, con la mirada baja y las manos en los bolsillos. Le saludó con la mano sin saber muy bien qué decir. Después pasó Raven, algo más relajado, sonriendo, le dijo "buenos días" con total tranquilidad.
Se oyó un forcejeo fuera y a Covadonga diciendo "venga, te he dicho que pases". Machina entró acto seguido, completamente azorado, mirando a Óscar de lado. Toda la Orden Magenta se encontraba a los pies de su cama.
-Óscar, ya sabrás- comenzó a decir Raphael- que todo ha sido una confusión.
-Sí, Raphael, no te preocupes.
-Lo del pozo era un juego, no habríamos permitido- dijo Raven.
-Lo sé, lo sé- cortó Óscar sonriendo-. Machina, discúlpame tú, anda. Pensé que era cuestión de vida o muerte y me cegué.
Machina lo miró sorprendidísimo.
-No... nada... discúlpame tú a mí. Pensábamos que sabías cómo era el juego...
-Sí, perdona, tío- dijo Raphael-, te di un buen golpe, pero pensé que te cargabas a Machina.
-No pasa nada, de verdad.
Covadonga entró con refrescos para todos y una pastilla para el dolor para Óscar.
-Muy bien, ahora que todos somos amigos- dijo-, ¿qué os parece si pensamos en algún plan para ayudar al cowboy?
-He estado pensando en eso- dijo Raven sacando un papel del bolsillo de su chaqueta negra-, a ver, a mí se me ocurren varias cosas.
Todos le prestaron atención. Él desplegó el papel y comenzó a leer.
-Según yo lo veo existen varias opciones. Ya hemos descartado la de entregarse a las autoridades, así que, insisto, según lo veo yo, las opciones son:
1) que Óscar regrese a casa. Solo lleva consigo la ropa rasgada, quemada y sucia que llevaba en las alcantarillas. Podíamos colarnos en mitad de la noche evitando ser vistos por nadie y llevarnos toda la ropa que podamos, así como el resto de cosas que te gustaría conservar. Y dinero, si puedes sacar algo de pasta mejor que mejor.
Óscar asintió, maravillado de saber que realmente habían estado pensando en cómo ayudarlo. Raven continuó:
-2) Si ves que lo de regresar a casa es demasiado arriesgado podemos tratar de conseguir lo que necesitas de otras maneras. Necesitas ropa, eso está claro y pasta. Una vez solucionemos eso nos preocuparemos de buscarte un sitio donde esconderte. Los padres de Covadonga llegarán algún día y no puedes esconderte aquí eternamente. Por tanto propongo como segunda opción colarnos en el centro comercial por la madrugada. He traído un planito que he hecho yo mismo y una lista de las cosas que podemos comprar en la tienda de abajo de mi casa, que al ser de un amigo, no pondrá pegas de ningún tipo ni hará preguntas.
-Muy bien, Raven- respondió Óscar encantado.
-Sí, raven, muy bien- dijo Raphael dándole una palmadita en el hombro-, ¿algo más?
-No, de momento es lo que se me ha ocurrido, pero probablemente haya mil maneras de hacerlo. Si queréis os leo la lista de cosas que podemos comprar en la tienda para llevar a cabo la misión, sea la que sea.
-Claro, dijo Covadonga-, adelante.
La lista de objetos que dio Raven es ésta:
. CUERDA--------------------------------------------20 €
. PACK 5 PASAMONTAÑAS--------------------------40 €
. LINTERNAS ----------------------------------------20 € (unidad)
. CARETA DE ELVIS --------------------------------- 5 € (unidad)
. SPRAY DEFENSA ---------------------------------- 50 €
. GRANADA DE HUMO------------------------------- 80 €
. BOTES DE SPRAY DE COLORES-------------------- 10 € (unidad)
. WALKIES ------------------------------------------- 20 € (unidad)
-¿Cuánto dinero tenemos?- preguntó Óscar.
Miraron cuánto tenían entre todos. Covadonga tenía menos que nadie (sin contar a Óscar, claro) puesto que era su hermano el que administraba el dinero el tiempo que estaban sus padres fuera así que tenía que contar con su asignación semanal. En total tenían 70 euros entre todos.
-Bueno- dijo Machina- ¿Cual es el plan?
Tú decides:
OPCIÓN A: Ir a casa con nocturnidad y sigilo a por ropa y dinero.
OPCIÓN B: Colarse en el centro comercial a por ropa y dinero.
OPCIÓN C: Otra. Cualquier otra cosa que se les ocurra, anótenla en los comentarios de esta entrada.
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lunes, 21 de abril de 2008
1x07. Buenos días.
Movió brazos y piernas con toda la fuerza de la que fue capaz aproximándose a la superficie que parecía no llegar nunca. El aire en sus pulmones de pronto pesaba más de lo que jamás habría sospechado y se agotaba presionándole desde dentro como una maquinaria forzada al extremo. Sentía que algo nadaba tras de él pero ni siquiera fue capaz de volver la cabeza para mirar. No podía gastar ni un gramo de su fuerza en algo que no fuera llegar a la superficie, al pistolero, que flotaba panza arriba sobre él. Los últimos metros debieron durar horas en su cabeza agotada. Pero ahí estaba, la espalda del vaquero vencido, como un tablón de madera en mitad de un naufragio. Se agarró con una mano del cinturón con cartucheras y subió.
Óscar abrió los ojos y despertó sobresaltado dando un grito.
Lo primero que vieron sus ojos fue la espalda desnuda de una mujer que, al oírlo, asustada, se apresuró a acabar de abrocharse el sujetador negro que estaba poniéndose. Le miró perpleja. Estaba sentada en un tocador justo delante de Óscar que yacía en una cama amplia y cómoda que no era la suya. Intentó moverse y sintió una punzada de dolor en el hombro. Se miró el torso desnudo y encontró una venda en el lugar de la herida. Su mano quemada también había sido curada.
-Eh, tranquilo, cowboy- dijo Covadonga en tono amigable-, o se te saltarán los puntos.
Óscar se llevó entonces la mano a la cabeza. También la llevaba vendada. El golpe. El pozo. Comprendió entonces que lo habían knockeado mientras luchaba con Machina. Un golpe contundente que lo había arrojado a la inconsciencia. Un mal viaje del que ahora apenas recordaba nada. ¿Había estado soñando con el lejano oeste?
-¿Dónde estoy?
Covadonga rió mientras se encendía un cigarrillo.
-En mi casa- dijo arqueando las cejas como si hasta a ella misma le pareciera increible lo que estaba diciendo.
-¿En tu casa?
-En mi casa, cowboy. Tienes suerte de que en el fondo tenemos buen corazón. Y de que mi hermano sea médico, porque esas heridas no tenían buena pinta- señaló su hombro.
Óscar estaba bastante confuso pero las ideas se le amontonaban.
-¿Cuantas horas he... -preguntó con miedo.
El sol entraba de lleno por la ventana abierta por lo que calculó que sería mediodía. Un poco antes, con suerte, y aún llegaría a los exámenes, dijo para sí.
Covadonga le miraba con expresión divertida.
-¿Cuantas horas qué?
-Cuantas... ¿cuantas horas he dormido?
Covadonga sopló el humo haciéndose la interesante.
-Has tenido fiebre. He tenido que estar encima tuya como si fueras un bebé.
-¿Qué hora es ahora?- dijo nuestro héroe tratando de despejarse.
-Ahora son las... a ver... 10:45.
-Bien- trató de incorporarse Óscar-, aún hay tiempo.
Covadonga le observaba resignada.
-10:45 del domingo- dijo tratando de no alarmarle.
-¿Domingo¿ Te estás quedando conmigo. Ayer fue domingo.
Covadonga negó con la cabeza intentando sonreír.
-Ayer fue sábado, amigo- respondió.
-Estoy convencido de que ayer fue... espera, ¿cuánto....?
-Llevas ahí metido una semana, cowboy. Debatiéndote entre la vida y la muerte- declamó Covadonga bromeando con gesto sombrío.
Óscar miró la habitación de Covadonga. Buscaba la cámara oculta tras alguna de esas montañas de libros o alguno de los posters de grupos "siniestros" que poblaban la estancia.
-No he podido dormir tanto tiempo...-comenzó a ponerse nervioso Óscar-los exámenes.
-Si tenías algún examen, muñeco, lo has perdido ya.
Óscar tomó un vaso de agua que había en la mesita de noche, a su lado. O más bien intentó cogerlo ya que su mano, con el enorme vendaje, no respondía del todo bien a sus intenciones. El vaso estuvo a punto de caer dos veces. Covadonga se acercó sonriente.
Venga, deja que te ayude- y tomó el vaso acercándolo a sus labios como una enfermera aplicada haría con un anciano.
Óscar la miró agradecido y tomó un trago largo. Se atragantó n poco al final y se le resbaló algo de agua por la barbilla al pijama que llevaba puesto. Un pijama que le venía un poco grande.
-Ey, espera, manazas- dijo ella sin dejar de sonreír.
Le limpió la barbilla y el pijama con cariño y sus rostros se quedaron muy cerca, parados, mirándose en un instante congelado. Acercaron sus labios lentamente. Cuando estaban a punto de besarse sonó el teléfono móvil de Covadonga.
-Sí, se ha despertado por fin- decía dando vueltas por la habitación mientras hablaba con su interlocutor-, sí, sí, está aquí. Está un poco débil Vale. Ciao.
Óscar se le quedó mirando con gesto de duda.
-Raphael. Quería saber cómo estabas. Ahora vendrá a verte.
El gesto de Óscar pasó de la calma a los nervios en un instante.
-Tranquilo, hombre. Que quiere pedirte disculpas por el golpe. Ha estado muy preocupado todo este tiempo.
-Queríais- dijo como sacando las palabras de una en una de ese saco de nervios donde viven las palabras-... queríais matarme... solo me defendí.
Covadonga se llevó las manos a la cabeza y suspiró.
-Eso... eso fue un lamentable error- dijo Covadonga clavando sus excesivamente pintados de negro ojos en los sorprendidos ojos de Óscar-; nosotros no queríamos matarte.
Pero... el pozo de la muerte.
Covadonga volvió a suspirar y encendió otro cigarrillo.
-Verás, cowboy. Hubo un malentendido. Pensábamos que eras otra persona.
-Otra persona a la que queríais matar- aventuró nuestro protagonista.
-Noooo- Covadonga le dio un golpe amistoso en la cabeza-, ¿qué dices? Alguien que sabía quiénes eramos y quería participar en la partida de aquélla noche.
-¿Partida?
-¿Qué te creías que eramos? ¿Una secta satánica?
Covadonga rió a carcajadas. Óscar, muy sorprendido se incorporó un poco en la cama para oírla mejor.
-¡Era rol en vivo, tío!
A Óscar le pareció que le caía un jarro de agua fría. Rol en vivo. Tenía sentido. Todo el maldito sentido.
-¿Y... y el arma?
-Mi teléfono móvil- dijo Covadonga agitando su teléfono, ultima generación pero demasiado grande.
Óscar se echó las manos a la cabeza en la misma expresión que se les queda a algunos cuando se enteran de que hay una cámara oculta y que todo era una broma.
-¿Y lo de... la Orden Magenta?
-Eso es cierto. Así nos llamamos, La Orden Magenta. Somos una especie de... ¿cómo lo diría? Club social. Nuestras actividades son muy variopintas y algunas, perdona que te diga, sí que son bastante de película- dijo guiñando un ojo.
Óscar le hizo una pregunta más que le pareció que debía saber y a la que Covadonga, que estaba siendo de lo más cortés, contestó sin reservas. Luego se puso a contarle cosas de los High Skull, otro club social, archienemigo en todo, que les hacía la puñeta en cualquier cosa que hicieran y siempre había peleas y competiciones entre ellos. Le contó que aquél día esperaban a alguien que quería entrar en la Orden y que respondía más o menos a las apariencias de él. Luego, cuando Óscar ya estuvo inconsciente se enteraron de que el chico no había podido ir por un percance que había sufrido en una fiesta con unos amigos.
-Más tarde vi tu rostro en la tele, cowboy- dijo con una sonrisa de oreja a oreja-. ¡Eres famoso, tío! Todo el mundo te está buscando.
Óscar se puso tenso.
-¿Piensan que fui yo?
-Vamos, tío, a mi no me engañas. Fuiste tú, nos lo contaste con pelos y señales el otro día.
La voz de Covadonga era de fascinación.
-Sí, pero... ¿qué dicen en la tele?
-Tus padres y tus amigos dicen que eres un héroe. La poli y algún vecino dice que te vieron hacerlo. Por lo visto hay varias pruebas que te incriminan, amigo. Por eso te escondí aquí. Mis padres están 3 semanas en Florencia en una convención. Tenemos la casa para ti y para mí. Mi hermano viene de vez en cuando a ver qué tal está la cosa. Sobre todo esta semana pasada, que ha estado cuidando de ti.
Óscar no supo que decir. Realmente su cabeza estaba más preocupada pensando en que, como colmo de males, no había podido ir a ninguno de los exámenes de selectividad. Una semana durmiendo.
-Gracias, Covadonga.
Ella se acercó poco a poco a sus labios de nuevo.
-No tienes que dármelas. Puedes quedarte aquí conmigo y ya planearemos cómo te ayudamos a salir de ésta. Al fin y al cabo nos impresionaste, ya eres uno de los nuestros- dijo guiñando un ojo y acercándose un poco más a su boca-. O puedes volver a casa y entregarte. ¿Qué me dices?
Tú decides:
OPCIÓN A: Quedarse en casa de Covadonga y trazar un plan con la Orden Magenta.
OPCIÓN B: Volver a casa y entregarse.
OPCIÓN C: Otra. Cualquier otra cosa que se les ocurra, anótenla en los comentarios de esta entrada.
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EL DEBATE SOBRE EL FUTURO DE ÓSCAR ESTÁ ABIERTO. DEJEN SU OPINIÓN EN LOS COMMENTS Y QUE SEA LO QUE DIOS QUIERA. EN LA ESQUINA SUPERIOR DERECHA DE LA PANTALLA PRINCIPAL DE ESTE BLOG PUEDEN VOTAR LAS OPCIONES. (LA TERCERA OPCIÓN APARECERÁ CUANDO SE DECIDA CUAL ES DE ENTRE VUESTROS COMENTARIOS.)
Óscar abrió los ojos y despertó sobresaltado dando un grito.
Lo primero que vieron sus ojos fue la espalda desnuda de una mujer que, al oírlo, asustada, se apresuró a acabar de abrocharse el sujetador negro que estaba poniéndose. Le miró perpleja. Estaba sentada en un tocador justo delante de Óscar que yacía en una cama amplia y cómoda que no era la suya. Intentó moverse y sintió una punzada de dolor en el hombro. Se miró el torso desnudo y encontró una venda en el lugar de la herida. Su mano quemada también había sido curada.
-Eh, tranquilo, cowboy- dijo Covadonga en tono amigable-, o se te saltarán los puntos.
Óscar se llevó entonces la mano a la cabeza. También la llevaba vendada. El golpe. El pozo. Comprendió entonces que lo habían knockeado mientras luchaba con Machina. Un golpe contundente que lo había arrojado a la inconsciencia. Un mal viaje del que ahora apenas recordaba nada. ¿Había estado soñando con el lejano oeste?
-¿Dónde estoy?
Covadonga rió mientras se encendía un cigarrillo.
-En mi casa- dijo arqueando las cejas como si hasta a ella misma le pareciera increible lo que estaba diciendo.
-¿En tu casa?
-En mi casa, cowboy. Tienes suerte de que en el fondo tenemos buen corazón. Y de que mi hermano sea médico, porque esas heridas no tenían buena pinta- señaló su hombro.
Óscar estaba bastante confuso pero las ideas se le amontonaban.
-¿Cuantas horas he... -preguntó con miedo.
El sol entraba de lleno por la ventana abierta por lo que calculó que sería mediodía. Un poco antes, con suerte, y aún llegaría a los exámenes, dijo para sí.
Covadonga le miraba con expresión divertida.
-¿Cuantas horas qué?
-Cuantas... ¿cuantas horas he dormido?
Covadonga sopló el humo haciéndose la interesante.
-Has tenido fiebre. He tenido que estar encima tuya como si fueras un bebé.
-¿Qué hora es ahora?- dijo nuestro héroe tratando de despejarse.
-Ahora son las... a ver... 10:45.
-Bien- trató de incorporarse Óscar-, aún hay tiempo.
Covadonga le observaba resignada.
-10:45 del domingo- dijo tratando de no alarmarle.
-¿Domingo¿ Te estás quedando conmigo. Ayer fue domingo.
Covadonga negó con la cabeza intentando sonreír.
-Ayer fue sábado, amigo- respondió.
-Estoy convencido de que ayer fue... espera, ¿cuánto....?
-Llevas ahí metido una semana, cowboy. Debatiéndote entre la vida y la muerte- declamó Covadonga bromeando con gesto sombrío.
Óscar miró la habitación de Covadonga. Buscaba la cámara oculta tras alguna de esas montañas de libros o alguno de los posters de grupos "siniestros" que poblaban la estancia.
-No he podido dormir tanto tiempo...-comenzó a ponerse nervioso Óscar-los exámenes.
-Si tenías algún examen, muñeco, lo has perdido ya.
Óscar tomó un vaso de agua que había en la mesita de noche, a su lado. O más bien intentó cogerlo ya que su mano, con el enorme vendaje, no respondía del todo bien a sus intenciones. El vaso estuvo a punto de caer dos veces. Covadonga se acercó sonriente.
Venga, deja que te ayude- y tomó el vaso acercándolo a sus labios como una enfermera aplicada haría con un anciano.
Óscar la miró agradecido y tomó un trago largo. Se atragantó n poco al final y se le resbaló algo de agua por la barbilla al pijama que llevaba puesto. Un pijama que le venía un poco grande.
-Ey, espera, manazas- dijo ella sin dejar de sonreír.
Le limpió la barbilla y el pijama con cariño y sus rostros se quedaron muy cerca, parados, mirándose en un instante congelado. Acercaron sus labios lentamente. Cuando estaban a punto de besarse sonó el teléfono móvil de Covadonga.
-Sí, se ha despertado por fin- decía dando vueltas por la habitación mientras hablaba con su interlocutor-, sí, sí, está aquí. Está un poco débil Vale. Ciao.
Óscar se le quedó mirando con gesto de duda.
-Raphael. Quería saber cómo estabas. Ahora vendrá a verte.
El gesto de Óscar pasó de la calma a los nervios en un instante.
-Tranquilo, hombre. Que quiere pedirte disculpas por el golpe. Ha estado muy preocupado todo este tiempo.
-Queríais- dijo como sacando las palabras de una en una de ese saco de nervios donde viven las palabras-... queríais matarme... solo me defendí.
Covadonga se llevó las manos a la cabeza y suspiró.
-Eso... eso fue un lamentable error- dijo Covadonga clavando sus excesivamente pintados de negro ojos en los sorprendidos ojos de Óscar-; nosotros no queríamos matarte.
Pero... el pozo de la muerte.
Covadonga volvió a suspirar y encendió otro cigarrillo.
-Verás, cowboy. Hubo un malentendido. Pensábamos que eras otra persona.
-Otra persona a la que queríais matar- aventuró nuestro protagonista.
-Noooo- Covadonga le dio un golpe amistoso en la cabeza-, ¿qué dices? Alguien que sabía quiénes eramos y quería participar en la partida de aquélla noche.
-¿Partida?
-¿Qué te creías que eramos? ¿Una secta satánica?
Covadonga rió a carcajadas. Óscar, muy sorprendido se incorporó un poco en la cama para oírla mejor.
-¡Era rol en vivo, tío!
A Óscar le pareció que le caía un jarro de agua fría. Rol en vivo. Tenía sentido. Todo el maldito sentido.
-¿Y... y el arma?
-Mi teléfono móvil- dijo Covadonga agitando su teléfono, ultima generación pero demasiado grande.
Óscar se echó las manos a la cabeza en la misma expresión que se les queda a algunos cuando se enteran de que hay una cámara oculta y que todo era una broma.
-¿Y lo de... la Orden Magenta?
-Eso es cierto. Así nos llamamos, La Orden Magenta. Somos una especie de... ¿cómo lo diría? Club social. Nuestras actividades son muy variopintas y algunas, perdona que te diga, sí que son bastante de película- dijo guiñando un ojo.
Óscar le hizo una pregunta más que le pareció que debía saber y a la que Covadonga, que estaba siendo de lo más cortés, contestó sin reservas. Luego se puso a contarle cosas de los High Skull, otro club social, archienemigo en todo, que les hacía la puñeta en cualquier cosa que hicieran y siempre había peleas y competiciones entre ellos. Le contó que aquél día esperaban a alguien que quería entrar en la Orden y que respondía más o menos a las apariencias de él. Luego, cuando Óscar ya estuvo inconsciente se enteraron de que el chico no había podido ir por un percance que había sufrido en una fiesta con unos amigos.
-Más tarde vi tu rostro en la tele, cowboy- dijo con una sonrisa de oreja a oreja-. ¡Eres famoso, tío! Todo el mundo te está buscando.
Óscar se puso tenso.
-¿Piensan que fui yo?
-Vamos, tío, a mi no me engañas. Fuiste tú, nos lo contaste con pelos y señales el otro día.
La voz de Covadonga era de fascinación.
-Sí, pero... ¿qué dicen en la tele?
-Tus padres y tus amigos dicen que eres un héroe. La poli y algún vecino dice que te vieron hacerlo. Por lo visto hay varias pruebas que te incriminan, amigo. Por eso te escondí aquí. Mis padres están 3 semanas en Florencia en una convención. Tenemos la casa para ti y para mí. Mi hermano viene de vez en cuando a ver qué tal está la cosa. Sobre todo esta semana pasada, que ha estado cuidando de ti.
Óscar no supo que decir. Realmente su cabeza estaba más preocupada pensando en que, como colmo de males, no había podido ir a ninguno de los exámenes de selectividad. Una semana durmiendo.
-Gracias, Covadonga.
Ella se acercó poco a poco a sus labios de nuevo.
-No tienes que dármelas. Puedes quedarte aquí conmigo y ya planearemos cómo te ayudamos a salir de ésta. Al fin y al cabo nos impresionaste, ya eres uno de los nuestros- dijo guiñando un ojo y acercándose un poco más a su boca-. O puedes volver a casa y entregarte. ¿Qué me dices?
Tú decides:
OPCIÓN A: Quedarse en casa de Covadonga y trazar un plan con la Orden Magenta.
OPCIÓN B: Volver a casa y entregarse.
OPCIÓN C: Otra. Cualquier otra cosa que se les ocurra, anótenla en los comentarios de esta entrada.
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EL DEBATE SOBRE EL FUTURO DE ÓSCAR ESTÁ ABIERTO. DEJEN SU OPINIÓN EN LOS COMMENTS Y QUE SEA LO QUE DIOS QUIERA. EN LA ESQUINA SUPERIOR DERECHA DE LA PANTALLA PRINCIPAL DE ESTE BLOG PUEDEN VOTAR LAS OPCIONES. (LA TERCERA OPCIÓN APARECERÁ CUANDO SE DECIDA CUAL ES DE ENTRE VUESTROS COMENTARIOS.)
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viernes, 18 de abril de 2008
1x06. El sueño de los peces. Parte V
El implacable sol les apretaba el alma. Óscar bajó un poco el ala de su sombrero para que el brillo no le cegase, pero la arena hacia las veces de espejo, proyectando la luz solar como si todo el desierto fuera el mismísimo astro rey. Sin mediar aviso ambos comenzaron a andar a la vez.
Primer paso.
El pistolero, impertérrito e imperturbable, olfateó el aire en busca del miedo de su victima.
Segundo paso.
Óscar tenía la garganta tan seca que al aire al pasar le provocaba nauseas.
Tercer paso.
La sombra de ambos se alargaba grotescamente sobre el desquebrajado suelo.
Cuarto paso.
El sudor les entraba en los ojos escociendo.
Quinto paso.
Sexto paso.
Séptimo paso.
Óscar pensó en Lucy, en el beso, en el incendio.
Octavo paso.
El incendio... la huida de la policía...
Noveno paso.
...las alcantarillas... el pozo... La revelación se abrió paso en su cerebelo como un torrente de agua helada. Ahora lo recordaba todo, la pelea en las alcantarillas, el golpe en la cabeza y luego esto.
Décimo paso.
Óscar se volvió como un rayo y apuntó a la figura oscura del pistolero, que también le apuntaba ya a él. Apretó los dientes y usó el gatillo.
El sonido del disparo se clavó en los oídos de Óscar. Retumbó en el desierto como un terremoto desdibujando incluso las figuras de ellos dos. La bala impactó de lleno en el hombro derecho del pistolero empujando su cuerpo hacia atrás.
Óscar vio que el pistolero no había desenfundado, sino que tenía los dedos índice y corazón simulando un arma apuntando hacia él. El hombro de Óscar estalló en dolor justo en el momento en que la bala perforó el hombro del pistolero. Pensó por un instante que quizá le había dado a él también pero, por un momento, cuando sus ojos se entornaban por el dolor de su propia herida en las puertas del desmayo, supo que en realidad acababa de dispararse a sí mismo. Que el pistolero era él y él era el pistolero.
Los dos cayeron de espaldas sobre la arena. El sonido fue el de un bañista entrando en una piscina. Y así fue porque Óscar recuperó inmediatamente la consciencia pues, de pronto, se encontraba en el fondo de lo que parecía ser el mar. A su alrededor había cientos de peces. Pero estaban dormidos. Los oía roncar debajo del agua. Arriba del todo, a mucha distancia del fondo donde se encontraba él, estaba flotando el cuerpo del pistolero, de espaldas al fondo.
Óscar vio movimiento a su lado y tuvo miedo otra vez.
Primer paso.
El pistolero, impertérrito e imperturbable, olfateó el aire en busca del miedo de su victima.
Segundo paso.
Óscar tenía la garganta tan seca que al aire al pasar le provocaba nauseas.
Tercer paso.
La sombra de ambos se alargaba grotescamente sobre el desquebrajado suelo.
Cuarto paso.
El sudor les entraba en los ojos escociendo.
Quinto paso.
Sexto paso.
Séptimo paso.
Óscar pensó en Lucy, en el beso, en el incendio.
Octavo paso.
El incendio... la huida de la policía...
Noveno paso.
...las alcantarillas... el pozo... La revelación se abrió paso en su cerebelo como un torrente de agua helada. Ahora lo recordaba todo, la pelea en las alcantarillas, el golpe en la cabeza y luego esto.
Décimo paso.
Óscar se volvió como un rayo y apuntó a la figura oscura del pistolero, que también le apuntaba ya a él. Apretó los dientes y usó el gatillo.
El sonido del disparo se clavó en los oídos de Óscar. Retumbó en el desierto como un terremoto desdibujando incluso las figuras de ellos dos. La bala impactó de lleno en el hombro derecho del pistolero empujando su cuerpo hacia atrás.
Óscar vio que el pistolero no había desenfundado, sino que tenía los dedos índice y corazón simulando un arma apuntando hacia él. El hombro de Óscar estalló en dolor justo en el momento en que la bala perforó el hombro del pistolero. Pensó por un instante que quizá le había dado a él también pero, por un momento, cuando sus ojos se entornaban por el dolor de su propia herida en las puertas del desmayo, supo que en realidad acababa de dispararse a sí mismo. Que el pistolero era él y él era el pistolero.
Los dos cayeron de espaldas sobre la arena. El sonido fue el de un bañista entrando en una piscina. Y así fue porque Óscar recuperó inmediatamente la consciencia pues, de pronto, se encontraba en el fondo de lo que parecía ser el mar. A su alrededor había cientos de peces. Pero estaban dormidos. Los oía roncar debajo del agua. Arriba del todo, a mucha distancia del fondo donde se encontraba él, estaba flotando el cuerpo del pistolero, de espaldas al fondo.
Óscar vio movimiento a su lado y tuvo miedo otra vez.
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