¿Y a esto cómo se juega?

Cada LUNES el blog se actualizará con una entrada que expondrá la situación actual de Óscar y se dará a elegir a los lectores entre tres opciones que representarán su futuro inmediato: dos de estas opciones vendrán preestablecidas por la dirección del blog (ego sum) y la tercera quedará abierta para que sea el público quien la sugiera. De vosotros depende que Óscar se convierta en un triunfador en la vida o en un mendigo harapiento, por mencionar solo dos de las infinitas posibilidades. Adelante.

jueves, 17 de abril de 2008

1x06. El sueño de los peces. Parte IV.

La arena del desierto era tan oscura que parecía no ser arena. Casi completamente negra en algunos puntos. El sol abrasaba todo desde su trono en las alturas, aplastando a los incautos insectos que no estaban a cubierto aún contra la ardiente arena. Óscar estaba allí de pie, sintiendo las agujas del calor cebándose con su nuca, contemplando el arma con las tres letras.

El pistolero avanzó hacia él. Óscar tenía miedo.

-Muchacho. Nos pondremos espalda con espalda y andaremos. exactamente, diez pasos. Luego del paso número diez nos daremos la vuelta y dispararemos. El que quede en pie gana.

El pistolero sonrió al oír sus palabras. Óscar tragó saliva. Había perdido el miedo paulatinamente pero había aún una sensación de angustia que le apretaba el gaznate más que la sed del desierto. El pistolero le dio la mano en señal de caballerosidad antes de comenzar el duelo. Óscar, sin mediar palabra, se puso de espaldas, colocándose ya en posición. El pistolero le imitó.

-Buena suerte- dijo el pistolero.
-Buena suerte- le respondió Óscar.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Opción c) Antes decide comprobar la pistola y descubre que no tiene balas.
Bastardillos...

Elem dijo...

Soy de las que prefieren morir con honor, a pesar de que el mundo no está hecho para ello. Los diez pasos.

Virginia dijo...

Las siglas
son


uffffffffff




S.
V.
C.




y que sea lo que dios quiera

Virginia dijo...

Lo siento. Coincido con Elem. Cuando no quede nada, siempre quedarán

el honor

y

la palabra